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Apariencias que asfixian.

Los participantes esperaron a que se cerrara la puerta de la sala para dar comienzo a la sesión. Hoy Víctor se dirigió a Paola para decirle lo siguiente: “Me desespera la forma en la que expresas las cosas, siempre que hablas tengo la impresión de que finges el tono de voz… ¡te siento falsa!”.


Paola solía llegar al encuentro un poco antes de comenzar la reunión, se aseguraba de que las sillas estuvieran colocadas de tal manera que formaran un círculo perfecto. Era una mujer exigente consigo misma, respetuosa de las normas y el deber ser. Existía en ella una dificultad para contactar con emociones negativas, las vivía como reprobatorias o como si algo en ella fuera inadecuado. Su imagen ante los demás era lo que ponderaba por encima de todo. Hoy, con el comentario de Víctor estaba recibiendo un golpe donde más le dolía, pero a pesar de ello, parecía no inmutarse, se mantuvo “dulce” y soltó una carcajada como si aquello no hubiera sido demasiado disruptivo.


El grupo inmediatamente reaccionó, algunos mostraron coraje por la respuesta de Paola, no entendían el por qué se reía frente a una revelación tan fuerte. Otros, sintieron el impulso de protegerla al percibirla sumamente frágil, pero también hubo quien se mostró pasivo y ajeno a la escena. En ese momento el grupo se convirtió en una red de yoes auxiliares que expresaban lo que ella estaba incapacitada para hacer: sentir enojo.

T

erminó la sesión, Paola salió de la sala y no se despidió de nadie, sin embargo, el proceso de cambio era latente. En el siguiente encuentro, Paola logró expresarle al grupo su disgusto por lo que había ocurrido la última vez: “Quiero decirles que el encuentro pasado me fui muy enojada, pero también acepto que no supe cómo expresar mi coraje aquí con ustedes. Como siempre, me lo tragué, sentí que mostrarme molesta frente al grupo era dejar expuesta mi imperfección y eso es algo que no puedo tolerar”.


Aceptó que usando un tono “cálido” intentaba ser reconocida por los demás, pero gracias al espejo que le puso Víctor pudo saber que provocaba todo lo contrario: el rechazo.


 

Complementa la lectura con la reflexión final de la Dra. Ruiz de Otero, en audio o video.

 

El grupo comprendió cómo todos en un momento dado nos hemos colocado máscaras para sentirnos aceptados, pero paradójicamente, esas defensas son las que finalmente nos terminan aislando, porque dejamos de ser nosotros mismos. Lo que realmente estaba apreciando el grupo en ese momento era que Paola pudiera mostrarse auténtica, vulnerable, imperfecta.


Víctor se percató de su reacción desproporcionada frente a la conducta de Paola, así que pudo ver lo que en el fondo lo estaba perturbando: “Estoy harto de seguir fingiendo que quiero a mi mujer cuando en realidad ya no la amo… hace tiempo que dejé de hacerlo. Sin embargo, no quiero lastimar a nuestra hija si expreso lo que siento… hoy descubro que lo que en realidad me irrita es mi propia falsedad”.


Con frecuencia las gratificaciones que se reciben a partir de algunas conductas culturalmente premiadas incitan a que la energía de la persona esté puesta en sostener dicha máscara. Las consecuencias de ello derivan en que la genuina identidad queda desprovista de esa energía, por lo tanto, el yo se deprime. La persona se siete vacía, sin capacidad para profundizar emocionalmente y sus tendencias agresivas quedan ocultas bajo el rostro de la bondad.


Para el grupo fue reparador ver a Paola reponerse de una verdad tan confrontante. Su actitud mostraba, que la realidad, por dura que sea, siempre ordena nuestro mundo interno. Ese día, Paola, no necesitó acomodar más sillas…


Lo ocurrido a lo largo de estos encuentros propició que los participantes asomaran su verdadera identidad, lo que implica un requisito previo para establecer una relación significativa, ya sea diádica o en un grupo. Muestra de ello, fueron las siguientes epifanías:

““¡Seguir fingiendo sobre mi homosexualidad me hace sentir realmente enojado! Siempre pensé que esta falsedad, que oculto bajo la máscara de la consideración, era el precio que tenía que pagar para no lastimar a mi madre. Hoy me doy cuenta, que en realidad soy yo el que se ha estado protegiendo. ¡Me perturba la angustia de decepcionarla con mi verdad!… pero si no puedo ser genuino, entonces ¿qué clase de vínculo es el que tengo con ella?”.
“El valor que has tenido para mostrarte como eres me deja impactada, en cambio yo, he construido la fachada perfecta. Si supieran en realidad la frustración y la rabia que muchas veces me provoca tener un hijo con capacidades diferentes, dejarían de admirarme tanto… pero me las he arreglado muy bien para mostrarme como una mujer fuerte e inquebrantable. Hoy me doy cuenta que con mi actitud lo único que hago es alejar la ayuda que de verdad anhelo, incluso un hombro para llorar mi tristeza… Me hace muy bien venir aquí, no hay nada más satisfactorio que poder ser yo misma”.
“A veces siento que mi vida es una obra de teatro en la que nunca logro ser yo. La inseguridad que me provocan mis orígenes humildes me tortura todos los días. Me doy cuenta de cómo me quejo de que las mujeres sólo me quieren por mi dinero. Sin embargo, hoy descubro que soy yo el que ha querido hacerles ver una realidad que además, ni siquiera es cierta: mostrarme exitoso y poderoso es un disfraz para que no se note mi vulnerabilidad. ¡Es irónico, pero me he convertido en la víctima de mi propia falsedad!”.


El espejo de la técnica grupal

Para que se dé un trabajo profundo dentro de la cámara del espejo grupal es necesario respetar como parte del encuadre, que el vínculo de los participantes se preserve únicamente dentro de este espacio. Sabemos que la amistad es una experiencia muy reparadora, sin embargo, dentro del grupo juega un papel delicado que va en contra del proceso. Cuando los participantes desarrollan una amistad dentro del grupo es como si se envolvieran con un traje de neopreno que los mantiene herméticos, evitando abrirse y decirse la verdad de sus percepciones. Para que los participantes experimenten absoluta libertad y puedan hablar de todo lo que piensan y sienten, necesitan saberse anónimos uno en la vida del otro.


Esta viñeta pone de relieve cómo los rasgos de la falsa personalidad son una coraza defensiva que las personas hemos construido con el fin de protegernos y adaptarnos a una realidad que descubrimos amenazante. Estos rasgos fueron configurados en etapas tempranas del desarrollo, ya que de niños era cuando más desprotegidos nos vivíamos. Su condición obedece a la imitación de patrones que en algún momento idealizamos, pero que más tarde operan sin que podamos advertirlo. La sensación de ser descubiertos o delatados dentro del grupo resulta en una gran crisis para el autoconcepto. Cuando eso ocurre, es necesario diluir las emociones entre los participantes, de tal forma que la experiencia no se vuelva amenazante para nadie. La técnica se centra en que todos los involucrados puedan llevar la reflexión a su propia experiencia, evitando entonces señalar a nadie.


Las crisis anuncian un cambio, por lo tanto, habrá que hacer un duelo con lo que en su momento utilizábamos para evitar sentirnos inseguros. Pero si logramos tolerar esta herida, habremos encontrado lo que tanto anhelamos: ir al fondo de nosotros mismos.


Que alguien en el grupo esté dispuesto a quitarse la máscara se vuelve tremendamente reparador para los demás, pero no sólo eso, sino que fortalece la credibilidad del grupo al descubrirse como espejos auténticos; capaces de reflejarse cualquier realidad, convencidos de que por dura que sea, siempre repara.


Todos podemos vernos reflejados en estos espejos…

Con el tiempo, las defensas que construimos para protegernos de una realidad que percibíamos amenazante, pierden vigencia, pero además, nos someten a tener una vida muy vacía. Víctor en este encuentro, descubrió la defensa de Paola, pero no sólo eso, ambos se permitieron ajustar su autoconcepto a partir de esta revelación. Tal vez estos espejos te permitan reflexionar sobre aquellas partes de ti que necesitan ser actualizadas, de otro modo, corres el riesgo de dejar de ser tú, exponiéndote a proyectar la imagen falsa de tu verdadero yo.




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¿Cómo distinguir nuestra falsa personalidad de nuestra genuina identidad? ¿De qué dependerá la construcción de los rasgos de la falsa personalidad? ¿La frustración y la configuración de una falsa personalidad pudieran estar relacionadas?


Referencias Bibliográficas

  1. Ruiz, A. (2017). Curso II, Huella de Abandono. Instituto de Semiología, S.C. https://semiologia.net/curso-ii-huella-de-abandono/

  2. Bowlby, J. (1988). A secure base: Parent-child attachment and healthy human development. New York: Basic Books.

  3. Dupont, J. (1988) The Clinical Diary of Sándor Ferenczi. Cambridge, MA: Harvard University Press.

Texto: Natalia Ruiz / Ilustración: Diego Zayas

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