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Entender la depresión es como aprender a mirar el Guernica de Picasso

La confesión de Fernanda fue algo que el grupo nunca pensó escuchar: “Ustedes han sido testigos de lo mucho que deseé ser mamá, tanto tiempo intentando quedar embarazada sin poder lograrlo y de pronto sucedió. Es duro decirlo, pero estos siete meses, desde que nació la niña, han sido los días más tristes de mi vida. ¡No puedo más! Nunca me imaginé que esto era la maternidad, suena horrible, pero de ninguna manera puedo sentir que amo a mi hija. Cada vez que la miro me da la sensación de que no me necesita y entonces me recrimino por haberla tenido. ¡Descubrirme en un callejón sin salida me tiene desesperada!, no sé cómo lograré vivir mi vida así”.


Fernanda, una mujer ocurrente, exitosa y persistente, había renunciado a todo con tal de vivir, lo que en algún momento significó para ella, “su gran sueño”. La realidad de las cosas es que desde que su hija nació un extraño sentimiento comenzó a apoderarse de su mundo interno. El cansancio y la rutina se encargaron de borrar la imagen idealizada que había construido de ella misma en su versión de madre. Su hija empezó a significarle una limitante en todos los sentidos porque, además, tampoco cumplía con las expectativas de lo que pensó sería su vínculo con ella: “Es caprichosa, exigente y malagradecida, a veces creo que lo que quiere es arruinarme la vida”.


Dentro de sus planes no estaba dejar su trabajo. Pensó que podría combinar su profesión con las labores que la maternidad le exigía. Sin embargo, al confrontarse con la realidad, decidió que lo mejor sería ponerle una pausa a su carrera.


“No sabía cómo tomarían mi renuncia en el despacho, pero sinceramente pensé que les abrumaría. Ver que no hicieron nada para retenerme me ha dolido muchísimo. Jamás me imaginé que en cuestión de horas tuvieran un remplazo para mí. Es horrible darme cuenta que no era tan importante para mi jefe como yo pensé, al contrario, me deseó suerte y simplemente se despidió de mí”.


 

Complementa la lectura con la reflexión final de la Dra. Ruiz de Otero, en audio o video.

 

Si bien el factor que parecía haber desencadenado la depresión de Fernanda apuntaba al nacimiento de su hija, también es cierto que lo que agudizó su tristeza había sido el golpe que su Autoconcepto recibió al haber tenido que dejar su trabajo. De pronto perdió una parte de sí misma que la hacía sentir engrandecida. Pero además, esa imagen es la que la había sostenido durante años, incluso mucho más de lo que ella podía imaginarse.


La actitud indiferente de sus superiores la llevó, sin darse cuenta, a hacer un viaje por su pasado:


“Ahora que me preguntan en qué otro momento de mi vida me he sentido así, recuerdo el día que mi madre me entregó una carta en la que me decía lo importante que yo era para ella, y por supuesto que me la creí. Al poco tiempo murió, y fue cuando descubrí que esa misma carta se la había escrito a todos mis hermanos. En ese momento me di cuenta que nunca fui tan especial para ella como yo siempre quise pensar. Su bipolaridad fue algo que me costó trabajo entender porque sus manías provocaban que ella hiciera cosas tontas como ésta, ¡era incapaz de hacerme sentir amada y especial!”.


El malestar de Fernanda se instauró de manera que impedía su funcionamiento cotidiano. Sin poder hacer algo al respecto fue perdiendo interés por su vida, porque el sentimiento de inferioridad no le permitía concentrarse en otra cosa. Asimismo, tras el parto, es común encontrar mujeres experimentando mayor intensidad en sus emociones. Síntomas como el llanto, la ansiedad, el insomnio, el cansancio, la frustración y la irritabilidad suelen presentarse, pero van oscilando conforme el entorno se vuelve más estable. No obstante, si estos síntomas persisten y además se agudizan con el paso del tiempo, es imprescindible pedir ayuda. En el caso de Fernanda fue necesario medicarla, pero los 40 mg de Prozac que el psiquiatra recetó no serían eficientes por sí solos si ella no estaba dispuesta a profundizar en el origen de su malestar.


La depresión puede darse por varios motivos, por ejemplo, como consecuencia de la pérdida de alguien o algo, por algún Nudo de Significación que no ha sido disuelto, porque crecimos acompañados de padres depresivos, y por lo tanto, nos identificamos con su imagen, o como consecuencia de un Autoconcepto devaluado, o por el contrario, inflado.


En el caso de un Autoconcepto devaluado existe una sensación de impotencia en la persona que se origina por su baja autoestima, por lo tanto, no se percibe capaz de poder realizar lo que tanto desea. Por el otro lado, quienes poseen un Autoconcepto inflado, evitan exponerse por miedo a enfrentarse a la vergüenza. Eso hace que se dejen de vincular, se hacen adictos a su soberbia y en consecuencia renuncian a aprender cosas nuevas, todo por miedo a hacer el ridículo. Como es de esperarse, terminan por sentirse muy solos.


En la depresión, la agresión juega un papel importante. Ante la incapacidad para expresar en palabras el enojo que nos provoca lo que está ocurriendo a nuestro alrededor, lo volcamos sobre nosotros, literalmente nos tragamos el coraje y lo convertimos en un cuadro depresivo. ¿Pero por qué volcamos la agresión sobre nosotros? Lo que vive dentro de uno es la imagen de algún vínculo importante que sentimos nos falló. Incluso puede ser nuestra propia imagen que nos ha decepcionado porque para nada se parece a lo que habíamos dibujado en nuestra mente. Esa representación es la que atacamos, pero como habita dentro de nosotros, en realidad lo que ocurre es que nos autoatacamos. Incluso, cuando la agresión es tan fuerte que queremos aniquilar esa imagen, es cuando podemos llegar a cometer suicido, porque lo que verdaderamente buscamos eliminar son los significados tormentosos que habitan dentro de nosotros.


“Hoy descubro que mi depresión se debe a estar calibrando siempre lo que los demás piensan de mí. He vivido en función de agradar a los otros, de obtener su reconocimiento. Darme cuenta que no lo he conseguido me tiene devastada. Eso mismo me pasa con mi hija, no me hace sentir importante para ella, porque no soy capaz de tranquilizarla o de darle lo que necesita; cuando la cargo siento que me rechaza, que prefiere estar en brazos de alguien más. Eso me hace odiarla y no me deja ver que es una niña indefensa en la que no puede habitar ningún tipo de malicia”.


Fernanda logró comprender que aquello que le ocurrió en el pasado sí era real, allá y entonces sí hubo una madre que no estaba en posibilidades de reconocerla y hacerle saber lo importante que ella era. Aceptar el dolor que le provocaba esa imagen la haría distinguir que lo que le ocurría en su presente era diferente. Sin embargo, así opera la Memoria Nula, por momentos nos hace confundir el ayer con el presente. Esa madre que en su pasado la ignoró ya no existía, pero además, ella tampoco era una niña.

Hoy era una mujer con muchas otras posibilidades y ni su jefe, ni su hija, la estaban anulando, era

simplemente que cada uno de ellos veía por sus propias necesidades: el que no nos elijan, no quiere decir que nos rechacen. Separar deliberadamente un escenario del otro era la tarea en la que Fernanda tenía que trabajar para lograr su recuperación y así evitar repetir la historia de su vida.


La depresión es como aprender a mirar el Guernica de Picasso. El dramatismo de su composición incluye distintos elementos que nos confrontan con el dolor de la pérdida después de la guerra. Son nueve personajes diferentes en donde cada uno por sí solo nos cuenta una parte de la historia. Pero además, hay segmentos de este cuadro; como la mujer con el niño muerto en brazos, que se repiten nuevamente en otras de sus obras. Así es la depresión, un lienzo con tonalidades grises que requiere ser mirado desde diferentes aristas, es decir, es un síntoma que puede tener varias explicaciones. Por otra parte, conforme nos adentramos en su comprensión, descubriremos que este sentimiento se ha repetido en otros momentos de nuestra vida, en distintos contextos y con otros colores, de tal forma que también resulta ser la consecuencia de una cadena de hechos que no hemos podido acomodar internamente. En el caso de Fernanda había partes del lienzo que apuntaban a una depresión postparto, pero desde otro ángulo también tenía destellos de ser un síntoma originado por la pérdida de su imagen aplaudida. Sin dejar de lado, que además aprendió de su madre a vivir con tristeza. Integrar todas estas posibilidades hace que nuestra comprensión se amplíe, porque vemos cómo la forma toma un sentido diferente a partir de la comprensión del fondo de las cosas. Tal vez Picasso no hubiera pintando el Guernica si no hubiera sido por la Guerra Civil Española, y tal vez Fernanda no hubiera entristecido si hubiera aceptado la guerra interna que desde hace tiempo la acechaba.


Todos de una u otra manera hemos contactado con núcleos depresivos que nos han sido difíciles de aceptar, así que la experiencia de Fernanda permitió que el grupo pudiera reflexionar sobre sus propias sensaciones:

“Hace ocho años que murió mi mamá y desde entonces no me he repuesto. Hoy con todo lo que dicen veo que en realidad no he procesado mi duelo. Me he negado a hablar de ello y de todo lo que me atormenta en la cabeza desde que ella se fue. Estoy llena de culpa y de coraje conmigo misma porque siento que pude haber hecho más para salvarla. No hablarlo me está acabando. Es cierto, hay muchas cosas que no he terminado de comprender, así que si quiero salir de este estado de letargo es hora de que me abra de lleno en este grupo”.
“De niña sufrí el abuso de mi padrastro. Ha sido tanta mi vergüenza y mi coraje que no he podido hablar de eso. Hoy me he convertido en una mujer agresiva que claramente está enojada con la vida. Soy muy dura con la gente, pero soy más dura conmigo misma. Me lastimo todos los días con mis juicios y mis recriminaciones, pero en el fondo, descubro que vivo una enorme tristeza. Por mi bien, es momento de que les hable de mis más profundos secretos”.
“La comida se ha vuelto mi refugio. Como para evitar hablar. No expreso mis emociones y literalmente me las estoy tragando. Hoy me doy cuenta de cómo me autodestruyo, porque además verme en medio de esta gordura me hace sentir aún peor. Es como si en el fondo me estuviera castigando. Mi mamá siempre me hizo sentir culpable de que mi papá no la tomara en cuenta, y aunque quise pensar que ella estaba loca, en el fondo hay una parte de mí que se siente culpable. Creo que es momento de que enfrente el daño que pudieron haberme causado sus palabras”.


El espejo de la técnica grupal

Hay quienes consideran que en la práctica profesional el diagnóstico debe ser utilizado para un control efectivo de los medicamentos en caso de que sea necesario suministrarlos. Pero después de ello, es recomendable que el paciente reciba un tratamiento de consultoría teniendo cuidado de que el diagnóstico no juegue en contra del consultante, porque la tendencia es a obscurecer el contexto, reduciendo a la persona a una etiqueta que nos impide ver su multidimensionalidad.


Todos podemos vernos reflejados en estos espejos…

La experiencia de Fernanda nos recuerda la importancia que tiene aceptar nuestras emociones. Necesitamos buscar la manera de expresar nuestro enojo sin lastimarnos ni lastimar a nadie. La invitación es a respetar nuestro sufrimiento dándole un espacio para pensar en él, y para eso, es necesario que aprendamos a mirarnos como cuando miramos el Guernica: todo el lienzo muestra que lo verdaderamente heroico, no es la victoria, sino aceptar y respetar el dolor humano.

“El arte quita del alma el polvo de la vida cotidiana”. –Pablo Picasso.

Complementa la lectura con esta reflexión en audio o video.



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¿Consideras que la depresión y la culpa están relacionados? ¿Por qué será que negamos nuestra tristeza? ¿Qué estrategias consideras que podemos utilizar para transformar nuestra tristeza en motivación?


Referencias Bibliográficas

  1. Ruiz, A. (2017). Curso II, Huella de Abandono. Instituto de Semiología, S.C. https://semiologia.net/curso-ii-huella-de-abandono/

  2. Ruiz, A. (2017). Curso VIII, Semiología de la Muerte. Instituto de Semiología, S.C. https://semiologia.net/curso-viii-semiologia-de-la-muerte/

  3. Bleichmar, H. (2003). Algunos subtipos de depresión(…). Londres: Revista Internacinal de P.A.

Texto: Natalia Ruiz / Ilustración: Diego Zayas

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