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La negación: seducción por la inconsciencia


Desde hacía un tiempo que el grupo intentaba confrontar a Mercedes con una realidad que les parecía evidente, que su esposo le era infiel. Aunque por supuesto, no era algo que podían asegurar. Sin embargo, había algo en ella que impedía que pudiera explorar esta posibilidad. Su actitud indicaba que prefería mantenerse en la inconsciencia total de sus verdaderas circunstancias.


Cuando nos sentimos amenazados por nuestra realidad externa o interna aparece la angustia, por lo tanto, la mente busca defenderse de esta sensación disruptiva, echando mano de mecanismos psicológicos que le devuelvan al sistema un poco de tranquilidad. La negación es una de estas herramientas, la cual consiste en omitir una parte de la realidad, es decir, la fragmentamos y elegimos las porciones que nos resultan menos tormentosas. Es importante saber que todos hemos negado situaciones dolorosas en algún momento de nuestra vida, pero cuando una persona constantemente utiliza la negación como medio de defensa, entonces es probable que no confíe en sus propios recursos internos, ya que teme, que al enfrentarse a sus circunstancias de vida no tenga la capacidad para reponerse de vuelta. Esta defensa suele asociarse a personas que tienen una propensión a la depresión, así evitan ser afectadas por un mundo que perciben hostil: ojos que no ven, corazón que no siente.


“Quizá debería de pedir una segunda opinión, aunque ya sé que el diagnóstico no fue una mera percepción, los análisis lo dicen con claridad… aunque tal vez existe la posibilidad de que hayan confundido mis resultados con los de alguna otra paciente. No sé, ¡alguna explicación debe de existir!”.


 

Complementa la lectura con la reflexión final de la Dra. Ruiz de Otero, en audio o video.

 

El grupo se vio en la necesidad de explorar la vida de Mercedes para tratar de encontrar alguna pista que les ayudara a comprender el por qué se negaba a ver algo que para ellos resultaba tan obvio.


Ella supo desde muy niña de las infidelidades de su padre, pero también vio en su madre una mujer que prefirió no ver lo que ocurría. Decidió pagar el precio de la inconsciencia, con tal de no enfrentarse a la destrucción de su familia. Sin embargo, su acción también había traído consecuencias; con el tiempo su madre fue desarrollando una gran habilidad para victimizarse frente a la gente, de esta manera evitaba ser juzgada por su pasividad o ceguera. Tal parece que Mercedes se las arreglaba muy bien para hacer lo mismo en el grupo, por momentos buscaba ser vista como una niña indefensa y desprotegida para entonces escaparse de ser confrontada con una realidad que la torturaba.


La identificación que Mercedes tenía con su madre era evidente, pero también dejaba ver una especie de lealtad inconsciente. Es como si al darse permiso de mirar la infidelidad de su esposo traicionara a su madre, porque se permitiría vivir un destino diferente al que ella eligió. Que Mercedes pudiera traer a la conciencia esta información logró que la negación, poco a poco, fuera cediendo:


“Me parece muy duro pensar que mi esposo me esté siendo infiel, pero me resulta imposible imaginar que ni siquiera hubiera cuidado con quién se metía. ¿Con qué clase de hombre estoy casada? Acostarse con otras, infectarse de un bicho raro y además contagiarme, ¡es igual a haberme apuntado a la cabeza con una pistola y jugar a ver si una bala me mataba!”.


Las defensas tienen una función primordial: protegernos de una emoción que aún no estamos listos para procesar; así que cuando éstas se activan necesitamos dejarlas que hagan su función, romper con ellas de forma abrupta puede resultar arriesgado, sobre todo cuando uno ha crecido aprendiendo a vivir así. La conciencia de Mercedes seguía su tiempo interno, pero en esta sesión las cosas habían tomado un rumbo diferente, dejar de negar se había convertido en cuestión de vida o muerte para ella:


“Tienen razón, por mucho tiempo he querido evitar ver algo que lleva tiempo siendo una realidad. No podía permitirme aceptar la verdad, el miedo de que mi mundo se venga abajo, perder a mi familia y a mi esposo, me han hecho cegarme. Hoy estoy pagando las consecuencias de mi inconsciencia, la bala pasó cerca y no me mató, pero si sigo así, mañana puede ser catastrófico. No necesito más información, el mensaje es claro: ¡por supuesto que me está engañando!”.


Mercedes había negado que su esposo mantenía una aventura para evitar perder el control de su vida. Lo más fácil para todos siempre es repetir, movernos a la reparación implica aprender a vivir una vida diferente. El que Mercedes finalmente pudiera enfrentarse a su realidad, fue la pieza que permitió que el grupo también pudiera quitarse la venda de los ojos. La atención dejó de centrarse en la problemática de Mercedes y voltearon a mirar la suya:

“A mi hija no le gusta quedarse en casa de mis compadres. Cada vez que nos vamos de viaje me dice que prefiere no ir, que por favor no la obligue, que mejor la deje con alguna amiga. Siempre me pareció que sus palabras eran un capricho y que más bien buscaba llamar la atención. ¡Me parece horrible lo que me estoy imaginando en este momento! He preferido no creer en sus palabras antes de pensar que le pudieran estar haciendo daño. ¡Quitarme la venda de los ojos me está haciendo reaccionar! Aunque me muero de la angustia, es necesario que haga algo para proteger a mi niña”.
“No he querido dejar el cigarro, sin embargo, sé que tengo muy mal las arterias y el doctor me ha dicho que si quiero prolongar mis años de vida es urgente que cuide mis hábitos de salud. Mis hijos han insistido en el asunto del cigarro, pero yo les he dicho que nada tiene que ver, mi mamá no fumaba y de todos modos murió de hipertensión, así que con eso me defiendo una y otra vez. Pero ¿a quién quiero engañar? Me da miedo intentarlo y no lograrlo, soy adicto a esta porquería. Pensar en que me estoy matando me angustia mucho, veo que recurro a la negación para no exponerme a la sensación de fracaso y darme cuenta que efectivamente sea más mi adicción que el amor a mí mismo. Por eso he preferido pensar que estoy bien y que no pasa nada. Aceptarlo aquí con ustedes puede significar el principio de mi cambio. Necesito confiar en mi voluntad para lograrlo”.
“Mi hijo tiene una seria dificultad para socializar con otros niños, pero la verdad es que siempre se lo atribuí a la escuela y a lo poco que hacían para ayudarlo en esta área. Mi hermana me insistía en que lo llevara a una valoración psicológica y la verdad es que yo sentía que era su envidia porque ella tiene un hijo enfermo. Tal vez no he querido ver que lo de mi hijo es algo más serio que un asunto social; sus niveles de irritabilidad, su obsesión por las rutinas, el que no pueda tener contacto visual con él, en fin, tantas cosas que pudieran ser parte de lo mismo… me muero de miedo y ese miedo me ha paralizado. Es necesario que lo deje de negar, que acepte que hay algo que no está bien con él. Si quiero ayudarlo tengo que enfrentarme a lo que venga, de otra manera el único perjudicado es él. Mi hijo se merece una madre que lo ayude a salir adelante”.


El espejo de la técnica grupal

En el grupo la negación se manifiesta cuando los participantes insisten en ocupar el tiempo de sesión para revisar la problemática de alguien en particular. Utilizan al otro como cabeza de turco, liberándose de la responsabilidad de tener que mirar sus propias conflictivas al concentrarse en, el que ellos consideran es, “el más necesitado del grupo”; minimizan sus problemáticas por evitar enfrentarse a su propio sufrimiento.


Todos podemos vernos reflejados en estos espejos…

Tal vez la experiencia de Mercedes te permita descubrir las estrategias psicológicas a las cuales recurres para evitar la angustia. La negación es el proceso a través del cual interrumpimos, momentáneamente, nuestro sufrimiento. Es posible que la primera vez funcione, pero cuando insistimos en taparnos los ojos de forma repetitiva es necesario detenernos a reflexionar: ¿qué es aquello que me resisto a ver? La invitación es a resignificar la angustia, dejar de verla como una enemiga, y aceptarla como una aliada que nos avisa que es momento de cambiar.

Complementa la lectura con esta reflexión en audio o video.



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¿Consideras que la negación y la dificultad para responsabilizarnos de nuestra conducta pudieran estar relacionadas? ¿Qué estilos de negación consideras los más comunes? ¿Cómo la negación y el control pudieran estar vinculados?


Referencias Bibliográficas

  1. Ruiz, A. (2017). Curso II, Huella de Abandono. Instituto de Semiología, S.C. https://semiologia.net/curso-ii-huella-de-abandono/

  2. Ruiz, A. (2017). Curso VIII, Semiología de la Muerte. Instituto de Semiología, S.C. https://semiologia.net/curso-viii-semiologia-de-la-muerte/

  3. Freud, A. (2004). El yo y los mecanismos de defensa. Paidós: México.

Texto: Natalia Ruiz / Ilustración: Diego Zayas

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