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La usurpación de las fantasías.

“¡La cosa está que arde!” Dijo Verónica buscando complicidad con el grupo. “¿Se acuerdan que les platiqué de mi cliente, el hombre alto y atractivo al que le mostré un departamento?, pues finalmente se decidió a comprarlo, así que le llevé los papeles que tenía que firmar. Generalmente todo lo veíamos a través de su secretaria, pero esta vez me citó en su casa.


¡No saben el lugar, de un gusto extraordinario, lleno de libros y obras de arte que además reflejan lo culto que es! Empezamos a platicar y como ya era tarde me ofreció un poco de vino, ¡un Bordeaux carnoso de esos que marean con el aroma! En ese momento recordé que mi esposo estaba de viaje y mis hijos en casa dormidos, así que me pareció la ocasión perfecta para desvelarme con una buena plática. Una cosa llevó a la otra y terminamos haciendo el amor como hace mucho tiempo no lo experimentaba… ¡Ya no me acordaba de la mujer ardiente que habitaba en mí, fue maravilloso!”.


Verónica es una mujer de 48 años que actualmente dirige la compañía de bienes raíces que fundó desde hace tiempo. Su esposo Miguel, si bien no le va mal, nunca destacó. Verónica tenía la sensación de que él se recargaba en ella, lo describía como un hombre pasivo, bueno como el pan, pero sin las mismas ambiciones que ella tenía. Sin embargo, su familia veía con muy buenos ojos a Miguel, lo querían porque les parecía un hombre educado y responsable.


Lo que Verónica describió para el grupo fue una escena producto de las fantasías que se activaron a consecuencia de la insatisfacción que su vida en pareja le provocaba, desde hacía tiempo. Para Verónica, Miguel representaba lo predecible, lo establecido, y por qué no decirlo, lo aburrido. “Mi relación con Miguel ha sido un camino largo, lleno de momentos inolvidables como la llegada de mis hijos, pero también hemos pasado por cosas difíciles. Al principio nuestra sexualidad no era mala, aunque confieso que tuve que enseñarle muchas cosas, ayudarlo a que se liberara de tantos prejuicios. Pero de un tiempo para acá sentía que tener relaciones sexuales con él era parte de lo que tenía que suceder, una rutina preestablecida, incluso pensé que mi libido sexual había desaparecido. ¡Después de lo que acabo de vivir, me siento feliz! Pensé que la pasión se había muerto dentro de mí y no, ¡está más viva que nunca!”.


 

Complementa la lectura con la reflexión final de la Dra. Ruiz de Otero, en audio o video.

 

Se encontraba eufórica, era pronto para hablar de culpa o remordimientos, cuando era evidente que las endorfinas estaban haciendo su trabajo. “Pero ahí no termina todo, al día siguiente mi cliente me llamó para decirme que la había pasado increíble y que quería volver a verme. ¡No puedo esperar a que llegue ese momento! El asunto es que Miguel me ha notado especialmente contenta, es imposible disimularlo. Yo no sé si sospecha algo, pero ayer de pronto llegó a casa con unos boletos de avión para que nos fuéramos a la playa, ¡en 20 años de matrimonio, jamás había hecho algo así!”.


Verónica deseaba tomar una decisión y actuar en consecuencia, pero en ese momento se sentía abrumada. Para ella, tanto permanecer con Miguel como terminar con su matrimonio, eran dos horizontes que la cuestionaban en lo profundo. Poco a poco su discurso se fue calibrando dentro del grupo, hasta que logró hacerse la primera pregunta que la colocaba de cara a la realidad: “¿será que por darle rienda suelta a mis fantasías estaré mandando por la borda algo que sí es verdadero?”.


Frente a sus palabras el grupo aprovechó el momento para confrontarla. ¿Por qué habría sido que Verónica, con tantas oportunidades en la vida, tantos clientes atractivos y citas particularmente especiales, sucumbió esta vez?, ¿qué era aquello que en el fondo había motivado este impulso, por qué ahora?


Un mes atrás Verónica se enfrentó a un gran golpe; su asistente, mano derecha, amiga y confidente, había perdido la vida a consecuencia de un infarto cerebral. Para Verónica este evento significó hacerse consciente de su mortalidad y de lo frágil que puede resultar la vida. En aquel momento comentó que no sabía si estaba viviendo su vida al máximo o si la estaba desperdiciando, incluso se cuestionó si había hecho una buena elección al casarse con Miguel.


Fue así que el grupo le ayudó a ver que aquella noche de pasión con su cliente parecía ser una reacción al miedo que le provocaba sentir que había dejado de vivir la vida con intensidad. Incluso en su relato privilegió el sentirse viva, “¡más viva que nunca!”. No obstante, daba la impresión de que utilizaba a Miguel como el pretexto que le impedía disfrutar la vida con fuerza, de esa manera, evitaba responsabilizarse de sí misma y de su incapacidad para aliviar su vacío. Aunque lo justo sería decir que lo que le ocurrió a Verónica, es algo que nos puede ocurrir a todos en algún momento de la vida; ¿cuántas veces nos resulta más cómodo señalar al otro como el culpable de la problemática, antes que asumir nuestras propias frustraciones?


La infidelidad es un tema bastante común, pero es evidente que no todas las situaciones son iguales; de tal forma resulta muy interesante detenernos a reflexionar sobre las circunstancias personales que motivan el hecho, las cuales suelen anunciar una confusión interna, producto de la necesidad de ratificación personal, o como consecuencia de la insatisfacción. El caso de Verónica no era la excepción; lo que para ella significaba el reencuentro con su pasión, más bien señalaba un acto desesperado por evitar su muerte en vida: ratificar su existencia.


De pronto, pudo darse cuenta que su mente había sido ocupada por un hombre que poco conocía y que estaba desconectada de Miguel, alguien que se preocupaba genuinamente por ella. “Con todo lo que he escuchado hoy en la sesión me pregunto si será que estos castillos en el aire, construidos en mi mente, me estarán alejando del amor verdadero”.


La experiencia de Verónica nos deja ver que las fantasías cobran un lugar tan importante dentro de nuestra mente, como la misma realidad; por un lado, existen las fantasías que están destinadas a compensar nuestras circunstancias externas al tener deseos irrealizables, y por el otro lado, existen las fantasías fatales que nos persiguen y atormentan. Ambos escenarios anulan la posibilidad de conectarnos con lo que verdaderamente tenemos, porque nuestra realidad externa se ve secuestrada por ensoñaciones. Por lo tanto, resulta fundamental comprender la diferencia que existe entre la fantasía y los actos mentales creativos; la fantasía es un constructo de significación que no tiene un sustento real, salvo en nuestra propia imaginación, mientras que los actos mentales creativos son constructos de significación arraigados en el Principio de Realidad, cuyo objetivo radica en la transformación de la misma.


Dicho esto, soñar despiertos es algo que nos ocurre con frecuencia, incluso como una defensa que nos permite ausentarnos momentáneamente de nuestras circunstancias, cuales quiera que sean. El gran reto de esta conducta es ser capaces de regresar de la fantasía a la realidad, pero además, saber separar la parte real de lo que hemos imaginado, de sus partes conflictivas.


Verónica, al verse sufriendo por la pérdida de su amiga, se enfrentó a una de las frustraciones más grandes para el ser humano: aceptar que somos mortales. Esto la llevó a atormentarse fantaseando con su propio final, pero fue tanta su angustia que necesitaba deshacerse de ella, expulsarla de su cuerpo y de su mente, hacer lo que fuera para recordarse a sí misma que seguía viva y que además tenía el poder para escaparse de la muerte. Estos fueron, quizás, los motivos profundos que la llevaron a hacer lo que hizo, que aunados a las circunstancias propiciaron el evento. Utilizó la infidelidad como un salvavidas. Pero después sus fantasías, en lugar de perseguirla, le empezaron a prometer un mejor lugar para sentirse viva.


He ahí el peligro de que Verónica se perdiera en sus ilusiones y, como consecuencia de ello, estuviera dispuesta a cambiar un espejismo por algo verdadero. Dejar camino por vereda es no querer ver la realidad que, aunque a veces densa, a la larga, siempre aporta más sentido a nuestra vida.


Esto nos lleva a reflexionar sobre la importancia que tiene aprender a distinguir qué es real y qué es aquello que sólo está ocurriendo en nuestra imaginación. En el caso de Verónica habría que preguntarnos: ¿era real el futuro que ella estaba visualizando con un hombre que prácticamente había visto dos veces en su vida o era esto producto de una idealización?


El que Verónica pudiera trabajar sobre todas estas fantasías la llevó a reconocer sus deseos frustrados, sus insatisfacciones, la tristeza que sentía por la pérdida de su amiga, en fin, logró hablar de la realidad. Pudo ver que hoy estaba viva, que no había motivos para pensar que su vida acabaría en este momento, y que además estaba casada con un hombre con el que había construido una relación real y verdadera. Pudo descubrir que existía la posibilidad de transformar estas fantasías en actos creativos que le permitieran fortalecerse de la experiencia.


El caso de Verónica llevó al grupo a buscar sentido de realidad, a intentar distinguir cuántas de sus acciones e impulsos podían estar motivados por una fantasía. Después de un profundo trabajo, este fue el material que lograron traer de la memoria nula a la memoria lúcida:

“Hoy veo mis propias razones para haberle sido infiel a mi mujer varias veces. Recuerdo como si fuera ayer el día en que le dije a mi papá que tenía una novia, él siempre dudó de mi hombría. La cara de orgullo que me mostró es algo que intento reproducir dentro de mí. Yo sé que le quité un peso de encima cuando supo que me gustaban las mujeres. Cada conquista, cada mujer, para mi representaba saber que no le había fallado a mi papá, era mi forma de ratificarme. Hoy me doy cuenta que esa idea es probable que sólo ocurriera en mis fantasías, yo necesitaba imaginarme a mi papá orgulloso de mí, pero nunca pensé que el precio que pagaba era tan alto, porque sin darme cuenta, me perdí en una idea que ni siquiera sé si es real y mientras tanto, alejé el amor verdadero. Es necesario que reflexione sobre lo que yo quiero para mí, y no lo que mi padre hubiera querido”.
“Pagar por sexo siempre me ha atraído y hoy comprendo mis razones. Tener relaciones con mi esposa implica vincularme emocionalmente, en cambio con una prostituta, es diferente. El que de por medio haya dinero evita que mis emociones sean parte del evento. Es otro ejemplo más de lo que aquí he descubierto: mi dificultad para establecer relaciones cercanas. Desde niño me sentí sometido por mi madre, una mujer sumamente tirana. Siempre fantaseaba con la idea de poderme defender de ella y ser más poderoso, pero hoy veo que esas ideas son las que motivan mis actos. Yo siempre pensé que pagar por sexo era una manera de sentir que ahora era yo quien sometía a la mujer, de ratificarme en el poder. Hoy que veo con claridad cómo mis fantasías han motivado mi conducta, es momento de tomar las riendas de mi vida, de otra manera terminaré por destruirme”.
“Hoy veo cómo el abuso sexual de mi padrastro ha motivado mis razones inconscientes para serle infiel a mi pareja. Gracias a ustedes he podido aceptar algo que me parece horrible, pero es real. Su abuso me hizo sentir la favorita por encima de mi madre. Yo era una niña y no entendía mucho, lo único que sí sabía es que si yo «me portaba bien con él», él se portaba bien conmigo dándome más dinero y privilegios que a ella. Hoy veo como esa promiscuidad es la que repito, y la repito siendo infiel, buscando sexo con otros, porque me hace sentir que soy especial por encima de los demás, aunque eso sólo ocurra en mis fantasías; además busco hombres que también estén casados para sentirme en rivalidad con otras mujeres, de esa forma reproduzco la escena de vencer por encima de mi madre, en el fondo no le perdono que no me haya defendido de ese monstruo. Me parece que necesito dejar de fantasear con que soy mejor que ella, porque esas ideas lo único que están provocando es que me quiera seguir ratificando en brazos de otros hombres y por lo tanto no me logre vincular con mi esposo, un hombre que me ha sabido querer bien”.


El espejo de la técnica grupal

En el grupo se aprende a distinguir la realidad de la fantasía. A saber que la fantasía es una percepción del Imaginario, mientras que la realidad es una percepción del Yo Observante. Por lo tanto, los participantes aprenden a explorar sus fantasías para después convertirlas en actos mentales creativos que les permitan ser una mejor versión de sí mismos.


Todos podemos vernos reflejados en estos espejos…

Tal vez la experiencia de Verónica, te permita contrastar tu realidad con tus fantasías. Es momento que te preguntes sobre todo aquello que tu mente ha construido como un espejismo pasajero, porque seguir creyendo en ellos puede significar un gran riesgo. ¿Hasta cuándo vas a permitir que tu vida siga gobernada por fantasías, por no querer enfrentar la realidad? Las fantasías no nos conducen a ningún lado, en cambio mirar la realidad es el camino seguro para saber quién eres y qué quieres.




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¿Cómo podemos transformar la fantasía en actos mentales creativos?, ¿es la inmadurez un componente de quien fantasea sin posibilidad de regresar a su realidad?, ¿cuál sería la diferencia entre generar expectativas y sumergirse en la fantasía?


Referencias Bibliográficas

  1. Ruiz, A. (2017). Curso II, Huella de Abandono. Instituto de Semiología, S.C. https://semiologia.net/curso-ii-huella-de-abandono/

  2. Ruiz, A. (2017). Curso V, Vocaciones de Vida: Soltería, Pareja, Familia. Instituto de Semiología, S.C. https://semiologia.net/curso-v-vocaciones-de-vida/

Texto: Natalia Ruiz / Ilustración: Diego Zayas

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